A TVE le dolió mucho la elección de Chiquilicuatre en 2008. Ese año, el público eligió directamente con su voto a la persona que iba a representar a España a 'Eurovisión', y no salió la que ellos querían. Salió el gran Rodolfo Chiquilicuatre.
Con esa elección, el orgullo patrio quedó herido desde entonces, y desde ese año, en TVE no han sabido qué hacer con la elección de la candidatura para 'Eurovisión'. A partir del año siguiente empezaron a probar otras fórmulas, sobre todo la de elección a dedo, tanto de representante como de canción.
En 2017, TVE intentó volver a dar una imagen de democracia en la elección de la candidatura a 'Eurovisión', pero hizo una chapuza de dimensiones estratosféricas. Como seguían sin fiarse del pueblo (soberano), se hizo un concurso previo para que el pueblo eligiera una propuesta (solo una, que demasiada democracia empacha), concurso que ganó LeKlein con su 'Ouch!'. Más tarde, en la gala 'Objetivo Eurovisión', para corregir lo que había elegido el televoto, se añadieron más propuestas y a un jurado "profesional".
No les salió nada bien esa parodia de democracia. Un miembro del jurado tenía claros vínculos con uno de los participantes, Manel Navarro, y con la principal cadena musical española; además, una gran discográfica estaba detrás de ese cantante al que ficharon semanas antes de la elección. ¿Legítimo?, sí. ¿Sospechoso? También.
La estrategia del jurado para que no ganase la candidata elegida por el televoto fue la siguiente: a la cantante que sabían que era la favorita del público, LeKlein, la hundieron en las votaciones para compensar el primer puesto que suponían que sacaría en el televoto (que contaba solo el 50% en la gala). Eso suena bastante ¿verdad? Lo que no contaban es que el público votara más a otra participante, Mirela, que a LeKlein. Al final Mirela quedó empatada con Manel Navarro, empate que deshizo el jurado eligiendo al candidato que parece que habían elegido previamente. El festival acabó con el consecuente grito de tongo y el cabreo de todo el mundo.
Esta vez TVE ha intentado volver a crear un festival con apariencia de democracia, con mucho presupuesto, mucho brilli brilli y mucha promoción, pero han cometido prácticamente los mismos fallos. Bueno, más que fallos han realizado las mismas supuestas "manipulaciones".
Para empezar, TVE eligió a dedo a las candidaturas que iban al festival, supuestamente para evitar un Chiquilicuatre. Más tarde decidió que el televoto solo contaría el 25%, que otro 25% lo decidiría una representación demoscópica (cuya composición es un misterio), y que el 50% lo elegiría un jurado "profesional". TVE volvía a dar el poder a un puñado de personas para poder vetar las candidaturas que no les gustaran y ensalzar las que sí.
Y así ha vuelto a ser, el jurado ha hundido en el voto a las favoritas, Tanxugueiras, tanto en las semifinales como en la final, para que el televoto no las acercara al primer puesto, y la persona que ha ganado en las votaciones del jurado en ambas ocasiones, Chanel, parece que ha trabajado en varias ocasiones con una persona del mismo jurado. Vuelven a aparecer los vínculos entre una participante y una persona del jurado.
También vuelven a aparecer los intereses de una gran discográfica que está detrás de la cantante elegida por el dedo mágico del jurado, discográfica que parece que ha puesto mucho dinero para lograr esa puesta en escena, crear la canción y para contratar a un coreógrafo de renombre mundial. Y parece que hay muchos más intereses detrás de esta elección a dedo. Parece curioso que este año sea el primero que TVE no se queda con los derechos de la canción que va al festival y que la personas detrás de las letras de las canciones puedan ganar mucho dinero. ¿Casualidad?
También han vuelto los gritos de tongo al finalizar las votaciones, pero esta vez la indignación ha transcendido al grupo de eurofans en el que se quedó en 2017.
Y es que la democracia no está de moda, se ve allá donde mires. Los referéndums son malos, las consultas populares son el diablo y la opinión del pueblo es populismo (que ya nos han enseñado que todo eso son cosas malísimas). Y es que a esta "Españita" rancia y casposa (una parte de la cual parasita TVE) no le acaba de gustar la democracia, le gusta la apariencia de democracia y donde más claramente se muestra es en eventos poco importantes (en términos democráticos) como este. En otros más importantes, como en las elecciones, se esfuerzan un poco más en disimularlo.
Y finalmente va a ir Chanel a 'Eurovisión', la Manel Navarro 2.0; una propuesta vacía que puede sacar muchos votos, pero que no es NUESTRA, es un producto prefabricado sin mensaje y sin identidad. Y es que esta "Españita" aún no está preparada para permitir que vayan unas cantantes gallegas o una cantante con un mensaje feminista a 'Eurovisión'. Como tampoco está preparada para la democracia real. Ya llevan muchos años en los que se le ven las costuras a este sistema y si para algo ha servido este festival es para que se le vean aún más, por buscar algo positivo.
Para acabar, debo decir que me gusta Chanel, tiene una buena voz en directo, y su puesta en escena fue brillante, pero es más de lo mismo. Además, no se puede pretender que varios profesionales participen en un concurso amañado, y mucho menos aún, ilusionar a toda una población y finalmente decepcionarla perjudicando así a un gran festival que cada año nos acerca a otras culturas europeas y nos descubre maravillas que de otro modo tendríamos muy difícil conocer. Larga vida a 'Eurovisión', pero no a este 'Benidorm Fest', el festival que NO queremos.
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